Este versículo captura un momento en el que Dios lamenta el olvido de su pueblo. Después de liberarlos de la esclavitud en Egipto y guiarlos a través de un desierto desafiante, han dejado de buscarlo y de reconocer sus misericordias pasadas. El viaje por el desierto estuvo lleno de peligros y dificultades, descrito como una tierra de desiertos, barrancos, sequedad y oscuridad, sin embargo, Dios les proporcionó y protegió. Este pasaje resalta una tendencia humana común: olvidar las bendiciones pasadas y las intervenciones divinas una vez que se superan los desafíos inmediatos. Es un llamado a recordar y apreciar la fidelidad pasada de Dios y a seguir buscando su presencia en nuestras vidas. Al recordar cómo Dios ha actuado en la historia y en experiencias personales, se anima a los creyentes a confiar en su cuidado y guía continuos. Esta reflexión fomenta una relación más profunda con Dios, arraigada en la gratitud y la conciencia de su constante presencia, incluso cuando las circunstancias parecen sombrías.
Y dijeron: ¿Dónde está Jehová que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos guió por el desierto, por tierra de soledad y de hoyo, por tierra de sequedad y de sombra de muerte, por tierra que no pasó hombre, y en la cual no habitó hombre?
Jeremías 2:6
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