Pablo aborda la universalidad del pecado y la justicia del juicio de Dios. Explica que aquellos que pecan sin la ley, es decir, quienes no tienen la ley judía, perecerán sin ella. Esto no significa que estén exentos, sino que su juicio se basa en su entendimiento y conciencia. Por otro lado, quienes pecan bajo la ley, refiriéndose a aquellos que tienen la ley judía, serán juzgados por ella. Esto subraya que el conocimiento de la ley conlleva responsabilidad. El mensaje clave es que el juicio de Dios es imparcial y justo, aplicándose a toda la humanidad, ya sea que tengan la ley o no. Este pasaje anima a los creyentes a reflexionar sobre sus propias vidas, reconociendo que los estándares de Dios son universales. Llama a la humildad y al reconocimiento de la necesidad de gracia, ya que todos han pecado y están lejos de la gloria de Dios. También sirve como un recordatorio para vivir de acuerdo con los principios de Dios, buscando Su perdón y guía en nuestra vida diaria, sin importar nuestro trasfondo cultural o religioso.
Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados.
Romanos 2:12
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