Este versículo habla del amor infinito que Dios tiene por todas las personas. Enfatiza que Su amor no solo es grande, sino también perdurable, destacando la naturaleza eterna de la fidelidad de Dios. Esta fidelidad duradera significa que Dios permanece constante y confiable, ofreciendo una presencia firme en la vida de los creyentes. Tal seguridad brinda consuelo y esperanza, especialmente en momentos de incertidumbre o dificultad. El llamado a alabar al Señor es una invitación a responder a este amor y fidelidad con gratitud y adoración. Al alabar a Dios, los creyentes reconocen Su grandeza y expresan su aprecio por Su naturaleza inmutable. Este acto de alabanza no solo es una respuesta al amor de Dios, sino también una forma de fortalecer la fe y profundizar la relación con lo divino. El versículo sirve como un recordatorio de que el amor y la fidelidad de Dios son razones para la alegría y la celebración, animando a los creyentes a vivir con un espíritu de agradecimiento y confianza en las promesas de Dios.
Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, Y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya.
Salmos 117:2
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