En medio de una multitud que rodeaba a Jesús, una mujer que había padecido una enfermedad de sangrado durante doce años encontró el valor para acercarse y tocar el borde de Su manto, creyendo que incluso este pequeño acto la sanaría. Su fe no fue en vano, ya que fue sanada de inmediato. Cuando Jesús preguntó quién lo había tocado, la mujer, incapaz de permanecer oculta, se acercó temblando de miedo. Cayó a Sus pies y confesó ante todos por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante. Este poderoso encuentro demuestra el poder transformador de la fe y el coraje que se necesita para buscar sanación. También revela la profunda compasión de Jesús y Su reconocimiento de la fe individual en medio de la multitud. El testimonio de la mujer sirvió como una declaración pública del poder y la misericordia de Jesús, animando a otros a acercarse a Él con sus necesidades. Su historia es un recordatorio de que la fe, incluso cuando se expresa en un simple toque, puede llevar a una sanación y transformación profundas.
Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró a sus pies, y le dijo toda la verdad.
Lucas 8:47
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