En esta oración sincera, Jesús se dirige a Dios en nombre de sus discípulos, expresando una profunda comprensión de su papel en el mundo. En lugar de pedir su eliminación de los desafíos y pruebas de la vida terrenal, Jesús solicita protección divina contra el maligno. Esto resalta la importancia de la misión de los discípulos de difundir el Evangelio y vivir su fe en medio de la adversidad. Jesús reconoce que, aunque el mundo puede ser un lugar de peligro espiritual, también es donde sus seguidores están llamados a ser luz y testigos. Esta oración es un recordatorio de que los creyentes no deben aislarse del mundo, sino involucrarse en él, equipados con la protección y guía de Dios. Subraya el equilibrio entre estar en el mundo pero no ser del mundo, y la certeza de que Dios está activamente involucrado en salvaguardar a su pueblo del daño espiritual. Este mensaje es una fuente de consuelo y aliento para los cristianos, afirmando que nunca están solos en su camino y que el apoyo divino siempre está presente.
No te ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Juan 17:15
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