Jeremías habla de un tiempo en que Dios establecerá un nuevo pacto con el pueblo de Israel y Judá. Este nuevo pacto marca un cambio significativo con respecto al antiguo pacto, que se basaba en la ley dada a Moisés. A diferencia del antiguo pacto, que era externo y a menudo quebrantado por el pueblo, el nuevo pacto promete una transformación interna. Las leyes de Dios estarán escritas en los corazones de Su pueblo, indicando una relación más profunda y personal con Él.
Esta profecía se ve como un mensaje de esperanza y renovación. Significa el amor inquebrantable y el compromiso de Dios con Su pueblo, a pesar de sus fracasos pasados. El nuevo pacto no se trata solo de seguir reglas, sino de un cambio a nivel del corazón que lleva a una vida alineada con la voluntad de Dios. Anticipa la venida de Jesucristo, quien, según los cristianos, cumple esta promesa al ofrecer salvación y una relación directa con Dios a través de Su sacrificio. Este pacto es inclusivo, ofreciendo redención y un nuevo comienzo a todos los que lo buscan, enfatizando la gracia de Dios y el poder transformador de Su amor.