El capítulo 31 de Jeremías es un faro de esperanza en medio de la desolación. Dios promete un nuevo pacto con su pueblo, uno que no será como el pacto anterior que ellos rompieron. Este nuevo pacto se caracteriza por la escritura de la ley en sus corazones, lo que implica una relación más íntima y personal entre Dios e Israel. La promesa de restauración se extiende a la nación, asegurando que Dios reunirá a su pueblo de entre las naciones y les devolverá su tierra. Este capítulo destaca la fidelidad de Dios y su deseo de restaurar a su pueblo, ofreciendo una visión de un futuro lleno de esperanza y renovación espiritual. La promesa de un nuevo pacto anticipa la obra redentora de Cristo, quien establece una nueva relación entre Dios y la humanidad.
Jeremías capítulo 31
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