En la comunidad cristiana, la relación entre quienes enseñan y quienes aprenden es vital. Este versículo subraya la importancia de la reciprocidad en esta relación. Cuando alguien recibe instrucción en la palabra de Dios, se le anima a compartir todas las cosas buenas con su instructor. Este compartir no se limita al apoyo material, sino que se extiende al aliento espiritual y la edificación mutua. Refleja un principio más amplio de generosidad y gratitud dentro del cuerpo de Cristo. Los maestros dedican tiempo y esfuerzo para impartir sabiduría y comprensión, y a cambio, se llama a los aprendices a apoyarlos, asegurando que el ministerio de la enseñanza pueda continuar de manera efectiva. Este apoyo mutuo ayuda a construir una comunidad más fuerte y conectada, donde todos contribuyen al crecimiento y bienestar de los demás. Al compartir cosas buenas, ya sean recursos, tiempo o aliento, la comunidad de creyentes puede prosperar, fomentando un ambiente donde la palabra de Dios no solo se enseña, sino que se vive de manera práctica y solidaria.
El que es enseñado en la palabra, haga bien en comunicar al que le enseña en todas las cosas.
Gálatas 6:6
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