Escuchar el mensaje de verdad, que es el evangelio de la salvación, es un momento crucial para los creyentes. Este mensaje no es solo información; es una verdad transformadora que lleva a las personas a una relación con Cristo. Cuando alguien cree en este evangelio, se une espiritualmente a Cristo, marcando el inicio de una nueva vida. Este acto de fe viene acompañado de un sello divino: el Espíritu Santo. Este sello no es solo un símbolo; es una garantía de la promesa y la presencia de Dios en la vida del creyente. El Espíritu Santo actúa como guía, consolador y garantía de nuestra salvación.
Ser marcado con el Espíritu Santo significa una profunda realidad espiritual: los creyentes ahora son parte de la familia de Dios, con todos los derechos y privilegios que ello conlleva. Esto incluye la promesa de vida eterna y la herencia del reino de Dios. La presencia del Espíritu Santo es un recordatorio constante de esta verdad, ofreciendo paz y seguridad en el camino de la fe. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en las promesas de Dios y a vivir con confianza, sabiendo que están sellados y protegidos por el Espíritu Santo.