En este pasaje, se enfatiza la necesidad de desarrollar ciertas cualidades espirituales para evitar volverse espiritualmente miopes o ciegos. Las cualidades mencionadas anteriormente en el capítulo incluyen la fe, la bondad, el conocimiento, el dominio propio, la perseverancia, la piedad, el afecto mutuo y el amor. Carecer de estos atributos puede llevar a una especie de amnesia espiritual, donde uno olvida el profundo cambio que ha ocurrido a través del perdón de los pecados. Este olvido puede obstaculizar el crecimiento espiritual y la efectividad en vivir la fe.
El versículo anima a los creyentes a perseguir activamente estas virtudes, ya que son esenciales para una vida cristiana fructífera y significativa. Al recordar la purificación de los pecados pasados, los creyentes se sienten motivados a vivir de una manera que refleje su nueva identidad en Cristo. Este crecimiento continuo ayuda a mantener una visión clara del viaje y propósito espiritual, previniendo la estancación y fomentando una fe vibrante y activa.