La visión del candelabro de oro y los dos olivos es una de las más emblemáticas en el libro de Zacarías. Este candelabro, que arde con luz, representa la presencia continua de Dios y el poder del Espíritu Santo en la vida del pueblo. Zacarías recibe la revelación de que no es por fuerza ni por poder humano que se logrará la restauración de Jerusalén, sino por el Espíritu de Dios. Los dos olivos, que alimentan el candelabro, simbolizan a los ungidos de Dios, probablemente representando a Zorobabel y Josué, quienes lideran la reconstrucción. Este capítulo es un recordatorio de que la obra de Dios en nuestras vidas y en la historia no depende de nuestras capacidades, sino de su poder y gracia. La luz del candelabro también invita a los creyentes a ser portadores de la luz de Cristo en un mundo oscuro.
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