En este capítulo, Zacarías presenta una visión impactante de Josué, el sumo sacerdote, que se encuentra ante el ángel del Señor. Josué es acusado por Satanás, simbolizando la oposición que enfrenta el pueblo de Dios. Sin embargo, en un acto de gracia divina, el ángel ordena que se le quite la vestidura sucia y se le vista con ropas limpias, simbolizando el perdón y la purificación de sus pecados. Esta escena no solo representa la restauración personal de Josué, sino que también anticipa la venida del Mesías, quien llevará la iniquidad del pueblo en un solo día. Este capítulo destaca la importancia de la intercesión divina y la promesa de un futuro en el que el pueblo de Dios será restaurado y vivirá en santidad.
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