La desesperación de Tobit lo lleva a orar fervientemente a Dios, deseando la muerte como una forma de escapar de su sufrimiento. En su lamento, Tobit recuerda las dificultades que ha enfrentado y se siente abrumado por la tristeza. Sin embargo, en este momento de oscuridad, la historia de Sara, una joven que también sufre, se entrelaza con la de Tobit. Sara ha sido atormentada por un demonio que ha matado a sus maridos, y su propia oración a Dios resuena con la de Tobit. Este capítulo destaca la conexión entre las oraciones de dos almas afligidas y cómo Dios escucha el clamor de sus fieles. La intercesión divina se convierte en un tema central, mostrando que, a pesar de las circunstancias, Dios tiene un plan para la redención y la restauración.
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