En este pasaje, la metáfora de regar un jardín ilustra las cualidades nutritivas y vitales de la sabiduría. La sabiduría, al igual que el agua, es esencial para el crecimiento y la vitalidad. La intención del hablante de regar el jardín significa un esfuerzo deliberado por cultivar y nutrir la sabiduría dentro de uno mismo. A medida que el arroyo se transforma en un río y luego en un mar, simboliza la naturaleza expansiva e ilimitada de la sabiduría. Cuando la sabiduría se busca y se abraza activamente, crece más allá de los límites personales, influyendo y enriqueciendo las vidas de los demás. Esta transformación también sugiere que la sabiduría, una vez que echa raíces, puede llevar a una abundancia de bendiciones y entendimiento, al igual que un río que nutre todo a su paso. La imagen anima a los creyentes a buscar y cultivar la sabiduría, permitiendo que desborde e impacte positivamente a sus comunidades. Es un recordatorio del potencial de crecimiento y del profundo impacto que la sabiduría puede tener cuando se nutre y se comparte.
Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como nube la tierra.
Eclesiástico 24:31
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