En este versículo, el apóstol Pablo aborda el misterio del plan de Dios para la salvación de Israel. La frase "todo Israel será salvo" refleja la culminación de la obra redentora de Dios a través de Jesucristo. Pablo cita una profecía del Antiguo Testamento, señalando al libertador que vendrá de Sion. Sion, que a menudo representa a Jerusalén o el centro espiritual de la presencia de Dios, es un lugar de esperanza y salvación. El libertador, entendido como Jesús, es quien apartará la impiedad de Jacob, simbolizando un regreso a la rectitud y la fidelidad.
Esta promesa de salvación no se limita al Israel étnico, sino que se extiende a todos los que abrazan la fe en Cristo. El versículo subraya el tema de la fidelidad de Dios y el cumplimiento de sus promesas. Asegura a los creyentes que, a pesar de las circunstancias actuales, el plan final de Dios es uno de redención y restauración. La transformación de la impiedad a la rectitud es un testimonio del poder de la gracia y la misericordia de Dios, invitando a todos a participar de la esperanza y la salvación ofrecidas a través de Cristo.