En este versículo, Pablo aborda la pregunta de si el pueblo de Israel ha escuchado el mensaje del evangelio. Afirmando que sí lo han escuchado, hace referencia a un pasaje de los Salmos que habla de una voz que se extiende por toda la tierra. Este lenguaje metafórico subraya que el mensaje de Dios no está confinado a un grupo o lugar específico, sino que está destinado a toda la humanidad. El alcance del evangelio es universal, trascendiendo fronteras geográficas y culturales.
El uso de esta imagen por parte de Pablo sirve para recordar a los creyentes que el mensaje de salvación a través de Jesucristo está disponible para todos, sin importar su trasfondo. También resalta la responsabilidad de los creyentes de participar activamente en la difusión de este mensaje. El versículo anima a los cristianos a ser conscientes de la naturaleza global del evangelio y a involucrarse en esfuerzos para asegurar que su poder transformador sea conocido y experimentado por personas en todas partes. Al hacerlo, cumplen con el llamado de ser testigos del amor y la gracia de Dios en el mundo.