En el capítulo 5, la atención se centra en un libro sellado que nadie en el cielo, la tierra o debajo de la tierra puede abrir, lo que provoca gran tristeza. Sin embargo, Juan es consolado al ver al Cordero, que fue sacrificado, digno de abrir el libro. Esta imagen del Cordero representa a Jesucristo, quien, a través de su sacrificio, ha conquistado el pecado y la muerte. La adoración estalla en el cielo mientras los seres celestiales y los redimidos cantan un nuevo cántico, reconociendo el sacrificio de Cristo y su autoridad para gobernar. Este capítulo destaca la centralidad de la obra redentora de Cristo en el plan de Dios y la alegría que trae a los creyentes al saber que su Salvador es digno de toda adoración y alabanza.
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