Honrar a Dios con nuestros bienes implica reconocer que todo lo que poseemos es, en última instancia, un regalo de Él. Al ofrecer las primicias, o la mejor parte de nuestros ingresos y recursos, demostramos nuestra gratitud y confianza en Su continua provisión. Este principio nos anima a priorizar a Dios por encima de la riqueza material, fomentando un espíritu de generosidad y mayordomía. No se trata solo de dar financieramente, sino de dedicar lo mejor de nuestro tiempo, talentos y recursos al servicio de Dios. Esta práctica cultiva un corazón que valora la riqueza espiritual por encima de la ganancia material, recordándonos que la verdadera prosperidad proviene de una vida alineada con la voluntad de Dios. Al poner a Dios primero en nuestras finanzas, nos abrimos a Sus bendiciones y guía, experimentando la alegría y el cumplimiento que provienen de vivir una vida dedicada a Él. Esta enseñanza anima a los creyentes a vivir con manos y corazones abiertos, confiando en que Dios proveerá para sus necesidades mientras lo honran con sus recursos.
Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos.
Proverbios 3:9
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