El incidente en Meribá es un momento crucial en el viaje de los israelitas por el desierto. Ante la falta de agua, el pueblo discutió con Moisés y, por extensión, con Dios. A pesar de su falta de fe y confianza, Dios instruyó a Moisés para que hablara a una roca para que brotara agua. Sin embargo, Moisés golpeó la roca dos veces, lo que llevó a una demostración de la santidad de Dios, pero también a un castigo para Moisés por no confiar plenamente en el mandato divino. Este evento subraya el tema recurrente de la duda humana y la fidelidad divina. Recuerda a los creyentes la importancia de la obediencia y la confianza en las instrucciones de Dios.
Las aguas de Meribá sirven como un poderoso símbolo de la capacidad de Dios para proveer a su pueblo, incluso cuando ellos flaquean en la fe. También destaca la santidad de Dios, que permanece fiel y justo, incluso cuando su pueblo no lo es. Esta historia anima a los creyentes a reflexionar sobre su propio camino de fe, a confiar en la provisión de Dios y a reconocer su santidad en todas las circunstancias. Es un llamado a confiar en los planes de Dios, sabiendo que Él siempre está presente y es capaz de satisfacer nuestras necesidades.