La historia de Nehemías comienza con un profundo lamento por la condición de Jerusalén. Al recibir noticias de que la ciudad está en ruinas y sus muros destruidos, Nehemías, un copero del rey Artajerjes, se siente abrumado por la tristeza. Este capítulo destaca la importancia de la oración y la intercesión, ya que Nehemías se dedica a ayunar y orar por su pueblo, pidiendo a Dios dirección y favor. Su dolor no solo es personal, sino que refleja un amor profundo por su nación y su deseo de restauración. A través de su oración, Nehemías reconoce los pecados de Israel y clama por la misericordia de Dios. Este capítulo establece el tono para la misión de Nehemías, quien se prepara para regresar a Jerusalén y liderar el esfuerzo de reconstrucción, mostrando cómo la compasión y la acción pueden ir de la mano en el servicio a Dios.
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