El bautismo de Jesús es un evento fundamental que marca el inicio de su ministerio público. Al salir del río Jordán, se produce un momento profundo donde se abren los cielos, simbolizando la ruptura de la barrera entre lo divino y lo humano. La llegada del Espíritu de Dios en forma de paloma está llena de simbolismo. La paloma, a menudo asociada con la paz y la pureza, representa la presencia suave y empoderadora del Espíritu Santo. Este momento es una validación divina de la misión e identidad de Jesús como el Hijo de Dios. Subraya la importancia del bautismo como un sacramento de iniciación y transformación, invitando a los creyentes a experimentar una renovación similar y un compromiso con su camino de fe. Los cielos abiertos y el Espíritu que desciende también recuerdan a los cristianos la presencia y guía continua de Dios en sus vidas. Este pasaje anima a los creyentes a buscar la presencia del Espíritu Santo, abrazar su identidad en Cristo y vivir su llamado con la certeza del amor y la aprobación de Dios.
16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí, los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía sobre él.
Mateo 3:16
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