En este pasaje, Jesús se dirige a sus discípulos, instándolos a ser más perceptivos espiritualmente. Utiliza la metáfora de tener ojos y oídos para subrayar la diferencia entre la vista y el oído físicos, y la comprensión espiritual. A pesar de haber sido testigos de los milagros y enseñanzas de Jesús, los discípulos a menudo luchaban por captar los significados más profundos detrás de sus acciones y palabras. La pregunta de Jesús es una suave reprimenda, recordándoles—y a nosotros—la importancia de la conciencia espiritual.
Este llamado a la conciencia no se trata solo de observar el mundo que nos rodea, sino también de entender y recordar las verdades espirituales que Dios revela. Nos desafía a mirar más allá de la superficie y buscar una conexión más profunda con Dios. Al preguntar si recuerdan, Jesús enfatiza la importancia de evocar experiencias pasadas de la fidelidad y provisión de Dios. Esta reflexión puede fortalecer nuestra fe y ayudarnos a confiar en la obra continua de Dios en nuestras vidas.
En última instancia, el versículo anima a los creyentes a cultivar un corazón y una mente abiertos a la presencia de Dios, a buscar activamente la comprensión y a recordar las maneras en que Dios ha sido fiel en el pasado, para que podamos vivir con mayor fe y perspicacia.