El capítulo 16 de Marcos culmina con la gloriosa resurrección de Jesús, un evento que transforma la historia y la fe cristiana. Al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé se dirigen a la tumba con el propósito de ungir el cuerpo de Jesús. Sin embargo, al llegar, se encuentran con una sorprendente escena: la piedra que sellaba la tumba ha sido removida y el cuerpo de Jesús no está allí. En su lugar, un joven vestido de blanco les anuncia la buena noticia de la resurrección, recordándoles las palabras de Jesús sobre su muerte y resurrección. Este encuentro es un momento decisivo que no solo confirma la divinidad de Jesús, sino que también les encomienda a las mujeres la tarea de ir y contar a los discípulos que Él ha resucitado. El capítulo concluye con una poderosa exhortación a la misión, donde Jesús se aparece a sus discípulos y les da la gran comisión de predicar el evangelio a toda criatura. Este último capítulo es fundamental, ya que establece la esperanza de la resurrección y el llamado a compartir la buena nueva con el mundo.
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