El bautismo de Jesús es un evento significativo que marca el inicio de su ministerio público. Proveniente de Nazaret, un pequeño y aparentemente insignificante pueblo de Galilea, el viaje de Jesús hacia el río Jordán subraya sus humildes comienzos y su identificación con las personas comunes. Al elegir ser bautizado por Juan, Jesús se alinea con el mensaje de arrepentimiento y preparación para el Reino de Dios que predicaba Juan. Este acto de bautismo no es porque Jesús necesitara arrepentimiento, sino para cumplir con toda justicia y establecer un ejemplo para sus seguidores.
Este momento en el río Jordán también es un poderoso símbolo de la disposición de Jesús para abrazar plenamente su misión y propósito. Demuestra su obediencia al plan de Dios y su preparación para asumir el papel del Mesías. El bautismo significa una purificación y un compromiso con una vida dedicada al servicio de Dios. Para los creyentes, sirve como un recordatorio del poder transformador del bautismo y el llamado a vivir una vida que refleje el amor y la gracia de Dios. El bautismo de Jesús es un momento profundo que invita a todos a reflexionar sobre su propio camino de fe y compromiso con la voluntad de Dios.