En medio de una gran multitud, Jesús siente un toque específico que se destaca entre las muchas personas que lo presionan. Este momento es significativo porque muestra la extraordinaria percepción de Jesús y Su capacidad para discernir un acto de fe entre la multitud. Pedro, uno de Sus discípulos, se muestra perplejo ante la pregunta de Jesús, ya que parece imposible identificar un solo toque en tal aglomeración. Sin embargo, Jesús no se refiere a un roce casual, sino a un acto deliberado de alcanzar en fe. Este incidente subraya la naturaleza personal del ministerio de Jesús y Su atención a las necesidades individuales. Nos recuerda que, incluso cuando nos sentimos perdidos en la multitud, nuestra fe y nuestras luchas personales son conocidas por Dios. Él es consciente de nuestras situaciones específicas y responde a nuestros sinceros actos de fe. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en que Dios ve y se preocupa por cada persona de manera individual, sin importar cuán insignificante pueda parecer en el gran esquema de las cosas.
Y Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
Lucas 8:45
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