En este versículo, Dios le da a Moisés instrucciones específicas para Aarón, el sumo sacerdote, sobre el Lugar Santísimo, también conocido como el Santo de los Santos. Este era el área más interna y sagrada del tabernáculo, donde se guardaba el Arca de la Alianza. La instrucción es clara: Aarón no puede entrar en este espacio sagrado cuando lo desee. La razón de esta restricción es la presencia de Dios, simbolizada por la nube sobre el propiciatorio, también conocido como el asiento de la misericordia. Este versículo destaca la necesidad de reverencia y la cuidadosa observancia de los mandamientos de Dios al acercarse a Su presencia.
El Lugar Santísimo solo se podía ingresar una vez al año en el Día de la Expiación, un día reservado para que el sumo sacerdote hiciera expiación por los pecados del pueblo. Esta regulación subraya la santidad de Dios y la seriedad del pecado. También señala la necesidad de un mediador entre Dios y la humanidad, un papel que Aarón cumplía como sumo sacerdote. Para los cristianos, esto prefigura la mediación definitiva de Jesucristo, quien proporciona acceso a Dios a través de Su sacrificio. El versículo enseña la importancia de acercarse a Dios con la actitud correcta y con respeto por Su santidad.