En el sistema sacrificial antiguo israelita, partes específicas de las ofrendas eran reservadas para los sacerdotes, quienes actuaban como intermediarios entre Dios y el pueblo. La ofrenda de paz incluía la presentación ceremonial del muslo y el pecho del animal ante el Señor, simbolizando la dedicación de estas porciones a Dios. Una vez presentadas, estas partes eran entregadas a los sacerdotes como una parte perpetua, asegurando su sustento y reconociendo su papel en la vida espiritual de la comunidad.
Esta práctica refleja un principio más amplio de gratitud y provisión dentro de la comunidad de fe. Al destinar estas porciones a los sacerdotes, los israelitas demostraban su dependencia de la provisión de Dios y su compromiso de apoyar a quienes facilitaban su adoración. También servía como un recordatorio de la sacralidad de sus ofrendas y la importancia de mantener una relación con Dios a través de actos de adoración y obediencia. La continuidad de esta práctica resaltaba la naturaleza perdurable de los mandamientos de Dios y Su cuidado por aquellos dedicados a Su servicio.