Judith, una mujer valiente y sabia, se dirige a Holofernes, el general asirio, con una promesa audaz de victoria. Sus palabras son estratégicas, buscando ganar su confianza y seguridad. Al ofrecerse a guiarlo a través de Judea hasta Jerusalén, pinta un cuadro de una conquista sin problemas, sugiriendo que su camino hacia el poder será inquebrantable. La imagen de las ovejas sin pastor subraya la vulnerabilidad y el desorden del pueblo, implicando que están listos para el liderazgo y la guía. La certeza de Judith de que ni siquiera un perro le ladrará enfatiza aún más la idea de un viaje pacífico y sin oposición, sugiriendo favor y protección divina. Este pasaje refleja temas de liderazgo, providencia divina y el poder de la fe y el coraje. Sirve como un recordatorio del potencial de fuentes inesperadas de fortaleza y sabiduría, ya que Judith, una mujer en una sociedad patriarcal, desempeña un papel fundamental en los eventos que se desarrollan. Sus palabras son tanto una maniobra táctica como un testimonio de su fe, ilustrando el profundo impacto de la creencia y la determinación.
Y cuando ella hubo dicho estas palabras, se postró sobre su rostro, y oró al Señor, diciendo:
Judith 11:18
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