La historia de Judith comienza en un momento de gran crisis para el pueblo de Israel. Asiria, bajo el mando del general Holofernes, ha sitiado la ciudad de Betulia, amenazando con destruir a su pueblo. En medio de este caos, se presenta Judith, una mujer de extraordinaria belleza y fe. Judith es viuda, pero su luto no la ha llevado a la desesperación; en cambio, se ha convertido en un símbolo de valentía y determinación. A medida que la ciudad se rinde al miedo, Judith decide tomar la iniciativa. Con una fe inquebrantable en Dios, se prepara para salvar a su pueblo, mostrando que la verdadera fuerza puede venir de los lugares más inesperados. Este primer capítulo establece el tono para la narrativa de heroísmo y fe que se desarrollará a lo largo del libro, destacando la importancia de la acción y la confianza en Dios en tiempos de adversidad.
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