El capítulo 4 se centra en la importancia de recordar las obras de Dios. Después de cruzar el Jordán, Josué ordena a doce hombres, uno de cada tribu, que recojan piedras del lecho del río. Estas piedras se convierten en un memorial en Gilgal, un lugar donde las generaciones futuras pueden recordar cómo Dios abrió el camino para su pueblo. Josué explica que cuando los hijos pregunten sobre estas piedras, los padres deben relatar la historia de la salvación y la fidelidad de Dios al llevar a Israel a la Tierra Prometida. Este acto de recordar no solo fortalece la fe del pueblo, sino que también establece una conexión entre las generaciones, asegurando que la historia de la redención de Dios nunca se olvide.
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