Después de su resurrección, Jesús se aparece a sus discípulos junto al Mar de Galilea. En este entorno íntimo, los invita a compartir una comida, un acto sencillo que lleva un profundo significado. La invitación a "Venid, comed" va más allá de la alimentación física; se trata del sustento espiritual y la comunión que Jesús ofrece. Los discípulos, que habían estado pescando toda la noche sin éxito, son recordados de su dependencia de Jesús para la provisión y la guía. Al reconocerlo, se llenan de asombro y reverencia, comprendiendo su presencia divina sin necesidad de cuestionar su identidad. Esta escena ilustra la cercanía y el cuidado que Jesús tiene por sus seguidores, encontrándose con ellos en su vida diaria y proveyendo para sus necesidades. También resalta el poder transformador de la resurrección de Jesús, ya que continúa interactuando con sus discípulos, reforzando su fe y preparándolos para su misión. Este pasaje anima a los creyentes a reconocer a Jesús en su vida cotidiana y a abrazar la comunidad y la comunión que proviene de compartir su presencia.
Jesús les dijo: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Quién eres tú? Sabiendo que era el Señor.
Juan 21:12
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