Pilato, el gobernador romano, ordena que azoten a Jesús, marcando un momento significativo en la narración de la Pasión. El azote era una forma común de castigo romano, a menudo utilizada para debilitar a un prisionero antes de la ejecución. Implicaba un dolor físico severo y estaba destinado a humillar a la víctima. Este acto de brutalidad subraya la magnitud del sufrimiento de Jesús y su disposición a soportar tal dolor por la humanidad.
El azote de Jesús es un evento crucial que refleja su compromiso de cumplir con su misión de salvación. Sirve como un poderoso recordatorio de la naturaleza sacrificial de su amor y de las extensiones a las que llegó para ofrecer redención. Para los cristianos, este momento invita a una profunda reflexión sobre el significado del sufrimiento y el poder transformador del amor. También invita a los creyentes a considerar el costo del discipulado y el llamado a seguir el ejemplo de amor y sacrificio desinteresado de Jesús.