Jesús se dirige a los líderes judíos que lo acusan de blasfemia por afirmar ser el Hijo de Dios. Cita el Salmo 82:6, donde Dios se refiere a ciertos individuos como "dioses" debido a sus roles como jueces o líderes. Esta referencia sirve para recordar a sus acusadores que sus propias escrituras reconocen una autoridad divina otorgada a los humanos. Jesús utiliza esto para argumentar que si las escrituras pueden llamar a los humanos "dioses", entonces su afirmación de ser el Hijo de Dios no debería ser vista como blasfema. Este versículo anima a los creyentes a explorar la idea de que los humanos están hechos a imagen de Dios y tienen un papel especial en su creación. Invita a reflexionar sobre la naturaleza de la divinidad y la autoridad, instando a una comprensión más profunda de cómo la presencia de Dios puede manifestarse en la vida humana. Al desafiar la interpretación estrecha de los líderes, Jesús abre la puerta a una visión más amplia e inclusiva de la obra de Dios en el mundo y en cada persona.
Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
Juan 10:34
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