Bildad, al escuchar el lamento de Job, responde con una descripción vívida del destino de los impíos. Insiste en que el sufrimiento de Job es una señal de su culpa y que debe arrepentirse para evitar un destino similar. Este capítulo destaca la visión rígida de Bildad sobre la justicia divina, donde los justos son recompensados y los malvados son castigados. La insistencia de Bildad en esta teología de retribución resalta la tensión entre la experiencia de Job y la comprensión de sus amigos sobre el sufrimiento. La respuesta de Bildad refleja la dificultad de ofrecer consuelo en medio del dolor ajeno y plantea preguntas sobre la naturaleza del sufrimiento y la justicia de Dios.
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