El templo de Jerusalén, símbolo de la presencia de Dios, se convierte en el centro de la crítica de Jeremías en este capítulo. Dios denuncia la confianza ciega del pueblo en el templo como un refugio seguro, a pesar de su desobediencia y corrupción. Jeremías es enviado a proclamar que la verdadera adoración no se trata de rituales vacíos, sino de un corazón sincero que busca la justicia y la misericordia. La llamada al arrepentimiento es clara: el pueblo debe abandonar sus caminos malvados y volver a Dios. Este capítulo desafía a los lectores a examinar su propia adoración y a asegurarse de que no se basen en tradiciones vacías, sino en una relación genuina con el Señor. La advertencia de Jeremías resuena hoy, instando a todos a buscar una fe auténtica que se manifieste en acciones justas.
Jeremías capítulo 7
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- Jeremías 7:2
- Jeremías 7:3
- Jeremías 7:4
- Jeremías 7:5
- Jeremías 7:6
- Jeremías 7:7
- Jeremías 7:8
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- Jeremías 7:18
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