En este versículo, Dios se presenta como el Creador supremo, quien no solo hizo la tierra, sino que también la formó y estableció. Esta descripción en tres partes subraya su participación integral en la creación, desde el acto inicial de hacer hasta el proceso continuo de formar y establecer. Tal lenguaje transmite el conocimiento íntimo y el control que Dios tiene sobre el universo. La repetición de "Jehová es su nombre" sirve como un poderoso recordatorio de su identidad y autoridad. Esta declaración está destinada a inspirar confianza en sus promesas, ya que el que creó todas las cosas es sin duda capaz de cumplir su palabra. Invita a los creyentes a confiar en el plan general de Dios, sabiendo que el Creador del universo está activamente involucrado en el mundo y en sus vidas. El versículo nos asegura la soberanía de Dios y su compromiso inquebrantable con su creación, fomentando la fe y la dependencia de su sabiduría y amor divinos.
Así dice Jehová que hizo la tierra, Jehová que la formó para firmarla; Jehová es su nombre.
Jeremías 33:2
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