En este pasaje, el profeta Isaías se dirige a los israelitas, quienes se han desviado de la adoración a Dios para idolatrar objetos inanimados, simbolizados por las piedras lisas en los arroyos. Estos ídolos se han convertido en su 'porción' y 'suerte', indicando que el pueblo los ha elegido como su fuente de seguridad y bendición. Al ofrecer libaciones y ofrendas de grano a estos ídolos, los israelitas demuestran un nivel significativo de devoción y sacrificio, que debería haber sido reservado solo para Dios.
La pregunta retórica al final del versículo, '¿No es esto lo que yo tengo en cuenta?', sugiere la decepción de Dios y la seriedad de su idolatría. Implica que Dios se pregunta si debería contener su juicio a pesar de sus acciones. Este versículo sirve como un poderoso recordatorio de la importancia de dirigir nuestra devoción y adoración hacia Dios, quien es la verdadera fuente de vida y bendición. Anima a los creyentes a examinar sus corazones y asegurarse de que su fe y confianza estén puestas en Dios, en lugar de en posesiones materiales o ídolos falsos.