El trigésimo octavo capítulo de Isaías narra la enfermedad del rey Ezequías y su milagrosa sanación. Al recibir un mensaje de muerte, Ezequías clama a Dios con fervor, recordándole sus obras y su fidelidad. Dios escucha su oración y envía a Isaías para anunciarle que le concederá quince años más de vida. La sanación de Ezequías es un poderoso testimonio de la misericordia de Dios y Su disposición a responder a las súplicas de Su pueblo. Este capítulo resalta la importancia de la oración y la fe en momentos de crisis. La historia de Ezequías es un recordatorio de que Dios es un sanador y que siempre está dispuesto a extender Su gracia a aquellos que se acercan a Él con sinceridad.
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