El sexto capítulo de Génesis describe un mundo sumido en la corrupción y la maldad, donde la violencia y el pecado han alcanzado niveles alarmantes. Dios, al ver la maldad de la humanidad, se siente arrepentido de haber creado al hombre y decide enviar un diluvio para destruir toda carne. Sin embargo, en medio de este juicio, Noé destaca como un hombre justo que encuentra gracia ante los ojos de Dios. Este capítulo establece la importancia de la obediencia y la fe, ya que Noé es llamado a construir un arca para salvar a su familia y a las criaturas de la tierra. La historia de Noé es un recordatorio de la justicia de Dios, pero también de su misericordia, ya que ofrece una vía de salvación en medio del juicio.
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