En esta conmovedora escena, José, quien ha alcanzado el poder en Egipto, ve a su hermano Benjamín por primera vez desde que fue vendido como esclavo por sus otros hermanos. Benjamín es el único hermano de José que comparte la misma madre, Raquel. El peso emocional del momento es profundo, ya que José recuerda sus lazos familiares y el amor que aún siente por ellos a pesar de sus acciones pasadas. Al preguntar por Benjamín y ofrecerle una bendición, José demuestra un corazón lleno de perdón y reconciliación.
Este encuentro es significativo, ya que prepara el terreno para la eventual reconciliación de José con toda su familia. La bendición de José, "Dios te dé gracia, hijo mío", es un deseo sincero de favor y protección divina sobre Benjamín. Refleja la comprensión de José sobre el papel de Dios en sus vidas y su esperanza por un futuro donde las heridas del pasado sean sanadas. La historia invita a los lectores a reflexionar sobre el poder del perdón y la importancia de la familia, incluso frente a la traición y la adversidad.