Al nombrar a su primogénito Manasés, José expresa un profundo sentido de alivio y gratitud. El nombre, que significa "causando olvidar", simboliza el viaje de José desde una vida llena de dificultades hacia una de prosperidad y paz. Sus primeros años estuvieron marcados por la traición de sus hermanos, la esclavitud y el encarcelamiento. Sin embargo, a través de estas pruebas, mantuvo su fe y finalmente ascendió a una posición de poder en Egipto.
Este acto de nombrar a su hijo no es solo un hito personal, sino también un reconocimiento espiritual de la gracia de Dios en su vida. Al decir que Dios le ha hecho olvidar sus problemas y la casa de su padre, José no está desestimando su pasado, sino reconociendo que este ya no tiene poder sobre él. Es un testimonio de la sanación que puede ocurrir cuando uno confía en el plan de Dios.
La historia de José anima a los creyentes a encontrar esperanza y sanación en sus propias vidas, confiando en que Dios puede transformar su dolor en propósito. Sirve como un recordatorio de que la fe puede conducir a nuevos comienzos y que el pasado, por difícil que sea, puede ser superado con la ayuda divina.