Jacob y su familia se están preparando para regresar a Betel, un lugar de encuentro espiritual significativo con Dios. Como parte de esta preparación, Jacob instruye a su hogar para que se deshagan de cualquier dios ajeno y se purifiquen. Este acto de enterrar ídolos y aretes bajo la encina en Siquem es un gesto profundo de renuncia y renovación. Significa un alejamiento de las influencias pasadas y un compromiso total de adorar al único Dios verdadero. La encina en Siquem se convierte en un símbolo de entierro del pasado, marcando un nuevo capítulo en su viaje espiritual. Este pasaje resalta la importancia de eliminar los obstáculos que obstaculizan nuestra relación con Dios, animando a los creyentes a examinar sus propias vidas en busca de cualquier cosa que pueda restar valor a su fe. Sirve como un recordatorio atemporal de la necesidad de una limpieza espiritual y la dedicación requerida para seguir el camino de Dios.
Y dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en su poder, y los aretes que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió bajo la encina que estaba junto a Siquem.
Génesis 35:4
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