La visión de Ezequiel se torna aún más intensa cuando se le muestra el juicio que se avecina sobre Jerusalén. En esta revelación, se ordena a un grupo de ángeles que marquen a los justos, mientras que los malvados enfrentan la condenación. Ezequiel observa cómo la justicia de Dios se ejecuta con precisión, asegurando que aquellos que han permanecido fieles sean protegidos en medio del juicio. Este acto de marcar a los justos simboliza la gracia y la misericordia de Dios, incluso en tiempos de severo juicio. El contraste entre los justos y los malvados resalta la importancia de la fidelidad y la obediencia a Dios. Este capítulo ofrece un mensaje de esperanza para los que permanecen firmes en su fe, recordando que Dios cuida de su pueblo y actúa en favor de los que le son leales.
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