La imagen de una vid estéril se convierte en un poderoso símbolo en este capítulo, donde Ezequiel compara a Jerusalén con una planta que no produce fruto. Esta metáfora ilustra la inutilidad del pueblo debido a su desobediencia y rebelión contra Dios. A pesar de haber sido elegidos y cuidados por el Señor, han fracasado en cumplir su propósito. Ezequiel enfatiza que, al igual que una vid estéril, Jerusalén será desechada y enfrentará el juicio divino. Este capítulo es un llamado a la reflexión sobre la importancia de ser fructíferos en la fe y de vivir de acuerdo con los propósitos de Dios. La severidad del mensaje de Ezequiel sirve como advertencia para aquellos que se apartan de la voluntad de Dios y descuidan su relación con Él.
Ezequiel capítulo 15
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