En este pasaje, Dios habla directamente a Ezequiel, llamándolo "hijo de hombre", un título que subraya su papel como mensajero humano de la verdad divina. Dios señala a ciertos líderes en Jerusalén que conspiran para hacer el mal y que ofrecen consejos perjudiciales al pueblo. Estos líderes no solo están fallando en sus deberes, sino que también están trabajando activamente en contra del bienestar de la ciudad. Este escenario sirve como un poderoso recordatorio de la responsabilidad que conlleva el liderazgo. Los líderes están llamados a actuar con integridad, justicia y compasión, asegurando que su orientación beneficie a la comunidad en lugar de perjudicarla.
El versículo también resalta la importancia del discernimiento y la necesidad de estar alerta ante aquellos que podrían desviarnos con consejos falsos. Anima a los creyentes a buscar la sabiduría de Dios y a alinear sus acciones con Sus principios de justicia y rectitud. En un sentido más amplio, este mensaje es relevante para cualquier persona en una posición de influencia, instándola a considerar el impacto de sus decisiones y a esforzarse por el bien común, guiada por la sabiduría divina.