Dios, a través de Moisés, advierte a Faraón sobre una inminente plaga de ranas, que es parte de una serie de castigos destinados a obligar a Faraón a liberar a los israelitas de la esclavitud. Las ranas representan una interrupción significativa, invadiendo todos los aspectos de la vida egipcia, desde el palacio real hasta los espacios más personales como los dormitorios y las cocinas. Esta invasión actúa como un poderoso símbolo de cómo ignorar los mandamientos divinos puede llevar al caos y al desorden. La plaga de ranas no solo es una molestia física, sino un mensaje espiritual sobre las consecuencias de resistir la voluntad de Dios. Subraya la idea de que el poder de Dios se extiende sobre toda la creación y que la autoridad humana, por grande que sea, está sujeta a la autoridad divina. La naturaleza invasiva de las ranas también ilustra cómo el pecado y la desobediencia pueden infiltrarse y perturbar cada parte de la vida si se dejan sin control. Este pasaje invita a reflexionar sobre la importancia de alinear nuestras acciones con las intenciones divinas y la paz que proviene de la obediencia.
Y los ranas cubrirán la superficie de la tierra, y estarán en tus casas, y en tus camas, y en las casas de tus siervos, y en tu pueblo; y en tus hornos, y en tus masas.
Éxodo 8:3
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