En preparación para la liberación de los israelitas de la esclavitud egipcia, Dios les ordenó seleccionar un cordero el décimo día del mes. Este paso era crucial en la celebración de la Pascua, una festividad que conmemora su liberación. Cada familia debía elegir un cordero, simbolizando la importancia de la responsabilidad individual y colectiva en su camino de fe. El cordero no solo era un sacrificio, sino también un medio de protección, ya que su sangre se usaría para marcar los dinteles de sus puertas, asegurando su seguridad de la plaga final. Este evento enfatizó la necesidad de obediencia a las instrucciones de Dios y confianza en Su liberación. También resaltó la naturaleza comunitaria de su fe, ya que toda la comunidad participaba en este acto de adoración y recuerdo. La Pascua se convirtió en una ordenanza duradera, recordándoles la fidelidad de Dios y la importancia de la unidad y la creencia compartida en Sus promesas.
Este pasaje invita a reflexionar sobre los temas de preparación, sacrificio y comunidad. Anima a los creyentes a considerar cómo preparan sus corazones y hogares para la presencia de Dios y cómo pueden fomentar la unidad y la fe compartida dentro de sus comunidades. La historia del cordero pascual también anticipa el sacrificio supremo de Jesús, el Cordero de Dios, quien trae liberación y salvación a todos los que creen.