Una noche, el rey Asuero no puede dormir y ordena que le lean las crónicas del reino. Al escuchar sobre la valentía de Mardoqueo al descubrir la conspiración contra su vida, el rey decide honrarlo. Este giro del destino es un momento crucial en la narrativa, ya que Amán, que había planeado la ejecución de Mardoqueo, se ve obligado a ser el portador de la noticia de su honor. Este capítulo ilustra la soberanía de Dios y cómo Él puede cambiar las circunstancias en un instante. La ironía de la situación, donde el enemigo se convierte en el promotor del héroe, añade un elemento dramático a la historia. La honra de Mardoqueo no solo es un reconocimiento de su lealtad, sino que también establece el escenario para la confrontación final entre él y Amán.
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