El segundo capítulo de Efesios presenta un contraste poderoso entre la vida pasada de los creyentes y su nueva vida en Cristo. Pablo recuerda a los efesios que antes de conocer a Cristo, estaban muertos en sus delitos y pecados, siguiendo el curso de este mundo y viviendo en desobediencia. Sin embargo, la intervención divina cambia todo. Pablo destaca la rica misericordia de Dios y su gran amor, que nos hizo vivir junto a Cristo, a pesar de nuestra condición. La salvación es presentada como un regalo de gracia, no por obras, para que nadie se gloríe. Este capítulo también enfatiza la unidad de los creyentes en Cristo, quienes, aunque eran gentiles, han sido traídos cerca por la sangre de Cristo, rompiendo las barreras de separación. La obra de Cristo no solo transforma vidas individuales, sino que también crea una nueva comunidad de fe, unida en su amor y propósito.
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