El desafío a la fe de los amigos de Daniel se presenta de manera dramática en este capítulo. El rey Nabucodonosor, en un acto de orgullo, erige una enorme estatua de oro y ordena que todos se inclinen y la adoren. Sadrach, Mesach y Abed-nego, fieles a su Dios, se niegan a rendir culto a la imagen. Como resultado, son condenados a ser arrojados a un horno de fuego ardiente. Sin embargo, en un milagro asombroso, el rey observa que, en medio del fuego, hay cuatro hombres caminando, y el cuarto parece ser como un hijo de los dioses. Al ver esto, Nabucodonosor se da cuenta del poder del Dios de los hebreos y los llama a salir del horno, donde no sufren ningún daño. Este capítulo es un poderoso testimonio de la fidelidad a Dios y su capacidad para salvar, incluso en las circunstancias más desesperadas, y resalta el tema de la adoración exclusiva a Dios frente a la presión del mundo.
Daniel capítulo 3
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